sin música el post se queda incompleto)
Recuerdo perfectamente un día en el que contaba con unos escasos cuatro años y se me ocurrió colocarme ante el espejo de la habitación de mis abuelos; uno de esos espejos de cuerpo entero, con tijeras en mano y muchas ganas de experimentar con mi pelo. Cuando di por terminada la sesión corrí escaleras abajo para mostrar el corte, porque aquello otra cosa no, pero corte era. Muchas veces pensaba que era desorbitado el coste de un peluquero famoso, cientos de euros para que construyan un corte de pelo que al final será moda y todo el mundo tendrá el mismo. Lo cierto es que se une la marca, el nombre, y lo más caro con lo mejor, pero no siempre es así. Han pasado más de veinte años y de nuevo delante del espejo con mis tijeras. Porque ante la crisis, creatividad. Una melena francesa de verdad firmada por mi. ¿Acaso no es más valioso hacerlo uno mismo a coste cero y sintiéndote en brote de inspiración? Prueben y verán.
Enlazando con la melena francesa, la próxima semana comienzo unas clases de perfeccionamiento de francés, que lo tengo abandonado desde hace años. En estas imágenes una ganga de esas que nadie quiso por talla o por color y esperó al último momento, yo aparecí y se vino conmigo a casa. Blanco, negro y piedras, inspira a Chanel a un precio muy alejado de Chanel (evidentemente). El color coral inunda las uñas a modo de primavera anticipada. Y para primavera bonita, la primavera en París con las primeras flores. Esta torre Eiffel preside el salón de este sofá para hablar, y pensar en París sin evocar amor no es pensar en París. Que por cierto, el mes del amor por excelencia, Febrero, está agotando sus últimos días, pero como lo que está de moda es quererse porque hoy es hoy y nos lo tenemos merecido... quiéranse mucho, mucho, mucho. Bien sûr!
¿Alguien ha probado con las tijeras y su pelo?¿Ganas de París?¿Y algo que haces porque te quieres mucho?