Últimamente me llegan noticias de nuevas vidas que están en
camino. Mientras, otras ya adultas tomarán un nuevo rumbo. Supongo que el descubrir que uno se convertirá en padre o madre en cuestión de meses es una de las noticias más impactantes a lo largo de la vida. Ceder el papel protagonista a ese que viene en camino. Las prioridades cambiarán, los tiempos cambiarán, los deseos cambiarán. La vida muta, o quizás se multiplica. Según se mire. Parece que la vida se vuelve aquel poema de Cernuda en el que decía: "Te quiero... te lo he dicho con el viento... te lo he dicho con las nubes... Pero así no me basta. Más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte". Por un hijo uno vive, muere, revive y si es necesario vuelve a morir. Esa es la enseñanza que me han dejado las grandes madres que he conocido, comenzando por la mía.
Me he quedado pensando en la maternidad, en los hijos, en mi madre, en mi propia biografía colocada pieza a pieza. Y en el papel de los referentes. Desde nuestras primeras etapas la imitación se vuelve nuestra aliada. Para aprender, para mejorar, para pertenecer. Pienso en una de mis referentes, sin duda la más importante a lo largo de todas las etapas. Siempre he creído que yo no sería como soy de no haberla conocido. Yo quería un parche en el ojo y, tener gafas de pasta como ella. Las primeras palabras en italiano no las aprendí estudiando en Venecia, sino con ella. Yo quería tener esa disfonía que hacía que de forma intermitente tuviese la voz tomada. No avistaba nada horrendo en la dermatitis si ella la tenía. Y ahí me enamoré de Springsteen, bailé Dirty Dancing en el salón y comencé a leer Cosmopolitan con ocho años. Asistí a todas aquellas clases de repostería en las tardes de sábado, en la misma mesa que luego escribía las cartas para aquellos amigos por carta (lo que ahora sería muy vintage, eso que yo nací a mitad de los ´80). Luego tocaba ir al cuarto en el que sacar todos los modelos del baúl de la Piquer, hacíamos lo que más tarde se llamó "customizar" y prueba tras prueba frente al espejo. Salir al balcón y cantárle a la vecina. Quién esté leyendo esto pensará que se nos iba la cabeza por completo. Quizás un poco sí. Tocaba, como decía mi abuelo, "hacer cine". Y es que nuestra realidad era un poco peliculera. Ella me explicó lo que significaba au-pair y entonces comencé a contar los años que me quedaban para cumplir dieciocho y poder llevarlo a cabo. Idiomas, viaje, niños, aprender. Aquello se tornaba mi gran deseo. Podría seguir horas y horas hablando de mi referente, pero simplemente quería aludir a cómo las personas y las experiencias junto a ellas nos moldean y nos dejan una huella imborrable. Yo me conformaría con ser la mitad de referente que ella lo ha sido para mi, la misma que a finales de año será mamá. Esto sí que me ha hecho ilusión de la buena buenísima, porque cuando no me lo esperaba para nada, ese sorpresón inmenso que me deja saltando por la casa mientras doy vueltas sobre mi misma. Así que tomo el relevo, no sé si estaré preparada para ser referente de nadie pero ella seguro que tampoco lo pensó cuando yo llegué, y lo ha conseguido de largo simplemente siendo ella. Quizás con naturalidad, afecto, ilusión y... todo fluirá solo. Señores, el amor mueve el mundo. Y aquí tenemos un montón. Saltarín@, te estamos esperando.
Y para ti, ¿quién era tu referente? ¿qué ha dejado en ti?Y como siempre, vuestros comentarios
Mi mayor referente es mi madre, para mí es la mejor que hay :)
ResponderEliminarY también tengo a mi abuelo en mente para estas cosas, de hecho hace un tiempo descubrí una de sus pequeñas "manías" en mí, y me hizo ilusión :)
Mua!
OOooohhh... qué bonito! :) Seguro que les encantaría leer este comentario tan lleno de amor.
EliminarUn abrazo enorme guapa!