No me refiero a la magia de esa con trucos que pueden ser adivinados por los espectadores antes de que realmente sucedan. Ni magos con vestidos estrafalarios y gorros en forma de cono, con estrellas, purpurina y plumas. A mi lo que me gusta es la magia, pero la magia sin broma. La magia que parece natural. Magia sencilla en la que por un momento todas nuestras bocas se quedan abiertas pensando... ¿cómo lo habrá hecho? Pero realmente, ¿qué más dá eso ahora? Por un momento ha conseguido que la magia exista. En ese acto existe la magia, en las mentes abstractas y paralizadas mientras ven como mi reloj dibuja la hora que el mago dice... Obnubilados pensando dónde estará mi anillo y, al fin, lo encuentro engarzado en el llavero del mago... ¿cómo ha llegado hasta allí si no hemos dejado de verle las manos? ¿importa realmente? de saberlo, desaparecería la magia. Perdería ese halo que sólo la buena magia consigue allí donde llega.
Magia tras una cena en el Manhattan y aquél mago que consiguió que todos nos quedasemos así... sintiendo magia. Que no se ve. Que no se oye. Que sólo puede sentirse. Bendita magia!
Que la magia sea contigo...
Una canción llamada "Magia" de uno de los grandes magos de la música, Iván Ferreiro.
Gracias a Rose por la palabra, por hacer de este lugar un sofá lleno de magia al que cada día llega alguien nuevo. Porque la magia también es saber que hay alguien que puede llegar a sentir algo del otro lado de esta pantalla.