Nuestra vida se hace pública a cada paso queriéndolo o sin desearlo, de repente, como ciudadano anónimo más, nos vemos engullidos en el fenómeno de ver nuestros sucesos, nuestra historia o nuestras relaciones como asunto de interés social. Antes no era ni más ni menos que el cotilleo, más acentuado en pueblos y aldeas, que poco a poco se diluía mientras cada vez más gente emigraba a las ciudades. Se encontraban ahí, en urbes que crecían sin freno pobladas por anónimos. Anónimos que van al trabajo con otros anónimos, que compran fruta a anónimos calvos, que tropiezan en la mierda del perro del anónimo que vive enfrente, que venden fruta a guapas anónimas, que comparten barra de bar queriendo demandar ayuda psicológica, anónimos que compartían ídolos, anónimos que buscan botones en mercerías de la época en la que no había anónimos... 

El cotilleo era cada vez más "famoseo" mientras revistas de prensa amarilla llenaban peluquerías donde a colación de reportajes tipo "Presley en su nueva mansión" o "R.Jurado muestra su mesa de navidad" peluquera y clienta chismeaban al calor del secador. Hasta que de repente nos vemos sumergidos en publicidad de famosos con vida de anónimos.
Es la necesidad de crear escaparate y plasmar "hoy me siento fatal, no puedo más, bla, bla, bla...", en vez de pedir ayuda por si suena a debilidad; contar que los compañeros de trabajo son los mejores, contradiciéndose a veces con la publicación del perfil en otra red social; enzarzarse en rememorar tiempos pasados cada vez que un ex-amiguito del prescolar, que no vemos desde antes de aprender a leer pero actual amigo de facebook, publica esas fotos del festival de fin de curso en vez de disfrutar de lo bueno del hoy-aquí-ahora; mantenernos al día de su día, desde hacernos un detalle minucioso del gimnasio en el que comen o de la dieta a la que se han apuntado. Un reportaje en directo con vidas de desconocidos. Desde Gran Hermano hasta las redes sociales han puesto su granito de arena para que esto sea así. ¿Y ahora qué? Parece que, de nuevo, se van a poner de moda los anónimos.
