29 de noviembre de 2011

Los bloggers tienen la palabra: ARREPENTIMIENTO



Just So (Pt. 2 Piano Sessions) by Agnes Obel on Grooveshark
música...

La palabra de hoy es una de esas palabras que lleva tiempo esperando, no encontraba hueco para ella pero ayer alguien me la hace llegar de una forma indirecta. La trajo hasta mí en su discurso, sentado en su silla intentando descomponer en pequeñas piezas todo aquel asunto que no le dejaba dormir. Arrepentirse es el deseo de que lo pasado, y por tanto irreparable, no haya existido. El arrepentimiento es individual: perteneciente a un sujeto sostenido por la culpa. Hoy y aquí, arrepentimiento. La ley siempre se repite, acción-arrepentimiento-acción. Arrepentimiento como una fase de renacimiento moral dentro del ciclo, quedaría dispuesto para volver a cometer el delito del que se lamenta.Y digo acción, que no mala acción, porque suele unirse arrepentimiento a las malas acciones, siendo lo malo y lo bueno un tema ambivalente, extenso, confuso y sobretodo, subordinado a cada sujeto. Por ello, existe el arrepentimiento también en las "buenas" acciones. Él la busca, la espera, la encuentra, hablan, se queda... y al despertar, se marchan en caminos separados. Con el fin del episodio, él se encuentra con su arrepentimiento esperándole en la acera. ¿Hay algo malo en la búsqueda, la espera, el encuentro, la conversación, la permanencia... y el sueño? Diríamos que no, sin embargo puede existir arrepentimiento, de hecho existe. Lo bueno y lo malo no tienen una identificación universal, aquí ordena lo subjetivo. Arrepentimiento habla de perdón, pero no del perdón del otro, que no siempre es necesario, habla del perdón a uno mismo. El arrepentimiento le hace al sujeto verse responsable. Arrepentimiento y duelo parece que logran cancelar (al menos en lo mental) la acción pasada, logran cambiar el estado afectivo que padece el sujeto. Si me arrepiento soy culpable, si soy culpable me castigo, si me castigo me condeno, si me condeno he pagado, si he pagado soy inocente, si soy inocente estoy libre para la acción, para buscar el goce, y por tanto, puede que encuentre la culpa nuevamente. A veces hay necesidad de culpa. ¿Y si se sufre por qué se repite? (preguntan algunos) Porque en el fondo hay un goce en todo ello, aunque a veces esté demasiado escondido como para verlo a primera vista. Si no hay goce no hay repetición. El arrepentimiento convierte al culpable en inocente, le deja listo para continuar, casi, como desde el principio. Hablamos de una culpa tras la autosatisfacción. Es la renuncia al goce abusivo, teniendo en cuenta que no existe el goce abusivo en sí mismo, sino siempre desde la interpretación del propio sujeto y por tanto, desde su historia. Cuando hablamos de abusivo, hablamos del límite, ¿y dónde está el límite? La culpa es otra palabra, que no quería que ocupase más de lo necesario en esta entrada, pero arrepentimiento y culpa llegan siempre de la mano. Arrepentimiento también se une con autocastigo, humillación, vergüenza, perdón, oportunidad... Y el sujeto quién censura y corta. A pesar de todo, creo que el peor arrepentimiento es el que nos habla de todo aquello que no intentamos.


La palabra la deja Idriel Nandri. Gracias. Buscamos más palabras...

28 de noviembre de 2011

¿Por qué nadie me cuenta qué está pasando?

La mamá, tras el entierro, anuncia a Marta la muerte de su tío: "El tío se ha ido al cielo, Marta, se ha muerto". Marta increpa sin llorar y con decepción, no siendo muy consciente de lo sucedido: "Vaya!! ¿así que se ha ido? ¿y cómo no me habéis avisado? No he podido llevarle flores". La madre contesta: "Bueno, ha sido así. Ahora ya lo sabes, de esto no volveremos a hablar, vale?". Esta escena es real, tan real como lo es Marta (aunque su nombre sea otro). Una parte de mi trabajo discurre entre ellas dos, como ayuda en su camino. A veces, este tipo de cosas logran pararme mientras el mundo una vuelta más.Escenas dolorosas casi todos las hemos atravesado. Si exploramos nuestras infancias, seguro que encontraremos alguna: una muerte de alguien querido, un accidente, un divorcio, la enfermedad interminable del abuelo o el cambio repentino de domicilio perdiendo el contacto con nuestro entorno más próximo. Suponemos que ese episodio rubricó nuestra vida o como mínimo, fue determinante en la continuación de nuestra historia. Sin embargo, muchas veces sucede que lo más traumático no fue el acontecimiento en sí, sino la falta de palabras que sólo dejaron hueco al silencio, alrededor de aquella situación desoladora; el desamparo y el aislamiento con el que se atravesó aquel período, o que nadie haya aclarado qué sucedía, o las mentiras en las que los adultos se escondían, o la tergiversación de la realidad que dejaba al niño falto de equilibrio, comprensión y resguardo. Por otra parte, desde lo subjetivo, un hecho doloroso lo podemos vivir como algo dañino, pero puede que objetivamente no sea así, o al menos no con tanta magnitud como nosotros lo percibimos. Por eso, es esencial que los adultos examinemos el significado amplio y perfecto que cada suceso trae implícito. Es imprescindible que ofrezcamos a los niños toda nuestra comprensión, toda la lógica e incluso toda la alegría que una pérdida trae consigo, si sabemos esperar. Ponerle palabra a lo que acontece, el cariño recibido en medio del dolor, la escucha y el cuidado, la atención y la custodia... se convierten en lo más valioso. Así, en un futuro, el niño recordará ese momento de pérdida, pero unido al amparo, a la afrontación y a la superación. Un hecho que le ha aportado crecimiento interior y fortaleza. El aislamiento al que a veces se somete a los niños, la desidia y la falta de contacto emocional es lo que verdaderamente puede dejarles heridos. No podemos dejar que suceda, no sólo los profesionales, sino las personas. Lo terrible no es la muerte en sí. Lo terrible es dejar a un niño solo, tremendamente solo con su soledad.

26 de noviembre de 2011

Hay una carta para mí...

Con las primeras luces del día llegaba a mis manos una maravillosa carta. Una de esas cosas que hacen que el día empiece, y continúe, de una forma diferente. Y es que abrir el buzón y encontrarte algo así es exclusivo, en el mejor de los sentidos. Un sobre de papel de estraza que rebosaba ilusión...

Photobucket

Hace unas semanas os hablaba del proyecto 52 weeks for mail (aquí podéis ver más).Y esta es una de las piezas de todo este puzzle. El sobre de papel de estraza contenía otro sobre, con una postal hecha a mano y un bello mensaje en el interior, que se queda sólo para mi. Y unido a ese mensaje me envía un maravilloso regalo: una pequeña libreta a la que no le falta nada, el papel de regalo para las cubiertas, un lazo de raso, un corazón... Y afirma estar esperando la navidad. Photobucket

Al abrirla... un Papá Noel, un mensaje de feliz navidad, y un hueco para todos esos tickets de regalos que se aproximan, ¿o terminaré llenándolo de recortes que me voy topando en prensa y revistas? De lo que estoy segura es que terminará entre sus hojas mi propio yo. Todo ello salpicado entre un montón de pequeños corazones que brillaban tanto como mis pupilas. Con lo que a mi me encanta todo el material de papelería y, con todo lo que conlleva esta libreta en la que ha dejado su tiempo, sus ganas, su esencia, su creatividad... sólo hay una palabra: exquisito.
Photobucket
Y proclaman los cuños: hecho a mano desde el corazón. No podía ser de otra forma. Se palpa la ternura desde que he abierto el sobre. Algo así sólo puede estar hecho desde el corazón. En estos tiempos en los que todo tiene un precio, de repente, alguien totalmente desconocido te sorprende haciéndote llegar una carta con la que logra conmoverte, a la que no podría ponerle precio. Y mientras miro, acaricio, observo, leo, e incluso huelo todo esto, pienso en la frase que canta el anuncio de televisión: El ser humano es extraordinario. Esto más que un obsequio ha sido un halago. Pero qué precioso, por favor!! Photobucket
"En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza." Oscar Wilde

22 de noviembre de 2011

Los bloggers tienen la palabra: SORPRESA

Sorpresa... al término de oír la palabra se constata la sorpresa en sí. Toda una sacudida emocional, pérdida de control momentánea. La palabra suele asociarse a lo positivo pero también existen las sorpresas negativas, poniéndoles otro nombre, quizás en el intento de diferenciar la carga positiva y negativa de la emoción más básica: la sorpresa. Unos rehusan las sorpresas en ese intento de no soltar la posesión del control, otros desean ser sorprendidos (de forma positiva, obviamente) encontrando el goce en el sobresalto. Aquí y hoy, sorpresa en el sofá. Sorpresa el encontrarte y, más que encontrarte, el conocerte poco a poco. Cuántas veces te escapé para acabar cerca de ti. Mostrarnos y reflejarnos en la sorpresa del otro. Buscamos un paraíso, y diría que lo encontramos. Hubo un tiempo que sonábamos al unísono. Luego llegó por sorpresa tu desconcierto, esa inquietud que encajaba forzada en lo que habías sido hasta aquel momento. Tu insolencia, tu ansiedad... sorprendentemente soporté más de lo pensable. Cuánto más distanciados estábamos más daño nos hacíamos, la paradoja sorprendente en sí misma. ¿Dónde estabas durante el naufragio? No te encontré. Aislados en la despedida. Por eso la sorpresa de tu vuelta, encontrarte ahí al regreso de mi día. Sorpresa en la sensación que siento al verte, te miro y en el fondo siento por ti cierta pena. Pero ahora ya no puedo darte hueco en mi espacio, ni prestarte mi nube como refugio, ni aquel cojín que fabricaba sueños sólo si permanecías despierto. No sé muy bien si me buscabas a mi o buscabas una parte de ti que se te olvidó entre mis cosas. "¿Qué haré sin ti?"- me preguntas. ¿Que qué harás sin mi? esa pregunta es tuya... Sorpréndeme. Sorpréndete.


Elephants and plus deja la palabra. Sorprende su creatividad. Busco una palabra vuestra para un martes nuestro...

19 de noviembre de 2011

Hay días...



Better Days by Eddie Vedder on Grooveshark


Hay días en que las cosas deciden torcerse, incluso retorcerse. Generalmente todo sigue su camino, está la rutina diaria, semanal o mensual, a modo estructural. Y siempre expuestos a las sorpresas, positivas o negativas. Aparecen y, dependiendo del azar, o de lo que unos llaman suerte, otros estadística y algunos incluso merecimiento, toman una forma o la contraria. A veces ninguna de las dos. El caso es que, tras situaciones negativas y en fila india la preocupación se dispara. Quedamos marcados de alguna forma. Mientras todo sigue su curso, a veces nos sorprendemos, el inconsciente latente y secreto, se revela. No podemos huír de nuestro pasado y siempre construímos sobre él, metafórica y literalmente, ya sea en Roma, mientras desayunamos o en nuestra vida emocional. Cuando no es posible superar ni dejar atrás algo que nos aflige todo se para. Podemos ser conscientes de ello o no, pero la historia sólo puede continuar cuando hayamos colocado y, por tanto aceptado todo aquello. Hay veces que nos vemos obligados a construir sobre las ruinas del pasado, sin ajustar cuentas, sin amnistías, con el rencor sepultado bajo el maquillaje y el asfalto, o arrollado en cualquier cuneta; rencor que algún día se volverá contra nosotros, si no lo ha hecho ya. Ríos y ríos de lágrimas surcarán las mejillas, visualiando lejos un hipotético reencuentro al volver a casa. Tal vez el tiempo tiene la clave para que se enfríen los ánimos y se congele la animadversión. Hay días en los que piensas: “la infelicidad debe ser algo parecido a esto”, y esa largamente esperada vuelta casa, siempre con las llaves en la mano, se hace agitada y nostálgica a la vez, pues ya no queda nada en pie de lo que pensábamos poseer. Este mundo enfermo jadea ahí fuera mientras nosotros lo escuchamos encerrados en cuartos blindados; respirar es un milagro y la culpa, injusta o no, va atravesándonos y colonizando poco a poco todo nuestro cuerpo. En momentos así, no parece servir para nada lo que haces,lo que piensas, lo que dices… Pero sirve y sigue siendo necesario.

16 de noviembre de 2011

Los bloggers tienen la palabra: RESPETO

Ella asistía a un acto político, ejercía su libertad de expresión. Ellos insultaban, escupían, pensando en lanzarles huevos. Me lo contaba a posteriori, bastante irritada, pidiendo respeto. Y yo pregunté: "¿Y por qué no los has sacado a bailar?" Algunas acciones no deben de ser alimentadas. El desconcierto frenando el momento. Ella deja la palabra y, con todo se me ocurrió este post. Hoy y aquí, respeto en el sofá.La palabra entraña demasiado, sobretodo de lo aprendido. Y, evidentemente, en mi concepto de respeto también hay mucho de lo aprendido. Me enseñaron que el respeto debe de ser algo dado, no sólo recibido. Por paradójico que suene, la mejor forma de recibirlo es dándolo. Una cosa es entender, comprender o incluso compartir pensamientos y, otra muy distinta es respetarlos. Y esto lo engloba todo. No es necesario entender, comprender ni compartir, pero es imprescindible respetar. No concibo el respeto como sumisión, ni como acatamiento, ahí entramos en el peligroso mundo del miedo, y respeto no es miedo. Lo veo como algo sencillo y tremendamente sútil, pero a la vez, sólido por encima de todo. El respeto no puede ser apariencia, tiene que ser base. Unos lo identifican con el temor dictatorial. El padre me decía: "Tienes la total libertad para darle una bofetada si tienes que darsela, pero que te respete" Mi cara y el silencio devolvieron la bofetada en él. Relacionarme entre el temor y la imposición no se ha hecho para mí. Me gusta así, hay respeto en mis cosquillas, respeto cuando busca asustarme tras la puerta, respeto en sus travesuras innatas, respeto con lacasitos que ponen fin a nuestros encuentros. Hay respeto cuando hay admiración. Amor en cierto modo. Lo cierto es que no existe amor sin respeto. Parece que lo ocupa todo, imprescindible su presencia a nuestro alrededor. El respeto contigo, con él, conmigo... con todos. El respeto con los niños, con el medioambiente muerto de sed, con los animales que disfrazan de regalo. Respeto a los edificios de al lado que no quieren ver obra de arte moderno desde sus galerías. Respeto en la publicidad, en la tele (¿puede haber respeto?), en la presa ficticia. Respeto a las lenguas, a las culturas, a las ideologías, personas al fin y al cabo. Respeto me huele sobre todo a tolerancia. Todo respeto empieza por el respeto a uno mismo.


ST deja la palabra. Siempre me encontrarás desde el respeto, y a mi me encanta tu respeto cargado de afecto. Se buscan palabras...

12 de noviembre de 2011

Los nombres y las personas

Hace tiempo que tenía pensado un post sobre nombres y, de un tiempo a esta parte los embarazos se suceden a mi alrededor. Todos a la búsqueda del nombre. El más bonito, el que no tenga diminutivo, el que contenga parte de la historia, el más extraño. Desde pequeña, y durante muchos años, no me gustaba mi nombre pero supongo que poco a poco hemos sabido llegar a un punto equidistante en el que amoldarnos uno al otro. Sin embargo, ahora, viéndolo desde la distancia creo que si tuviese que buscar un nombre para alguien, y si este no fuese el mío, quizás sería una de las opciones a valorar, por todo lo que entraña, por cómo suena... Yo me llamo así por mi bisabuela. ¿Y tú, por qué? Desde siempre es algo que llama mi atención: esa palabra siempre unida a nosotros. El nombre, fondo y forma. Lo que nos valdrá para designar a ese pequeño bebé que se volverá viejo. Lo que nos distinguirá para siempre. Un nombre es sonido, algunos los rechazamos sólo por cómo suenan, que si muy fuerte, muy seco, muy brusco... Pero el nombre también es significado, y no me refiero sólo a lo que significa en si mismo, sino también a lo que significa para nosotros. Los recuerdos que a los que unimos ciertos nombres. El nombre produce sensaciones. Sin entrar ya en los diminutivos, motes y demás. Una vez puesto, tarea compleja escaparte. Anita, Maite, Susi, Pedrito. Tuti. Cumplen cuarenta años y siguen llamándoles así. Algunos escapan.

Ella decía: "Será niña, así que pensamos en Mercedes, o Pilar, aunque suena algo mayor... A mi marido le gusta Mar, pero a mi es que Mar no me acaba de convencer. Pilar, quizás Pilar pero suena a mayor..." Se encontró con su miedo de vuelta, contestando por otra boca: "Bien! Entonces Pilar. Es que va a ser mayor". La llegada del hijo puede enfocarse desde tantos puntos, puede entrañar tantas cosas, tantos deseos escondidos de los que no siempre se es consciente. La mamá con su deseo. Con su temor : que el hijo crezca, romper el vínculo.

¿Un nombre femenino? ¿Un nombre masculino?¿Pesa tanto el nombre?

9 de noviembre de 2011

Los bloggers tienen la palabra: DINERO






Estaba buscando la palabra de hoy y tras una charla de tarde se me ocurrió que la palabra DINERO tenía hoy aquí un hueco. Todos sabemos lo que es el dinero, lo que no tenemos tan claro es el valor que tiene. ¿Por qué, a veces, todo se reduce a dinero? Algo necesario para sobrevivir en esta sociedad, que se extiende a todos los ámbitos, y llega el día en el que todo tiene un precio. Hoy y aquí, ¿cuánto cuesta este sofá? Alguien me hablaba sobre lo que yo llamo "tráfico de hijos". Mi hija cuesta 450 euros. La mía 425 euros, ¿por qué será? si es monísima y listísima. Mi hijo cuesta 280 euros, no hay derecho. ¿Cuánto cuesta el tuyo? Pues los míos, el mayor 275 euros y la pequeña 350 euros, y a parte 45 euros más cada uno, por su seguro médico privado, y 65 euros cada uno por sus clases de inglés en academia con nativos. ¿Cuánto cuesta la tuya? Parece que ahora volvemos a echar por tierra toda la evolución de esta sociedad en muchos ámbitos, uno de ellos es que los hijos sean moneda de cambio. Todos somos hijos, no importa si nuestros padres están muertos o vivos, no importa si cerca o lejos, no importa si buenos o malos. Quizás no lleguemos a ser padres o madres, pero todos somos hijos, ¿Nos gustaría que nos pusiesen precio? Siempre he creído en la igualdad entre sexos, en el equilibrio entre derechos y deberes de hombres y mujeres. Con dinero de por medio la igualdad se vislumbra lejana. Los derechos y deberes de unos y otros ya no están tan definidos. El dinero, a veces, nos hace olvidar quién somos. Yo quiero un mundo igual, para ti y para mi, en el que los dos tengamos la misma pista para correr y el mismo tiempo para llegar a la meta; un mundo en el que las reglas sean las mismas para él y para ella. No quiero leyes, yo quiero justicia justa. Todos responsables de los actos cometidos, de las derrotas apagadas y de las batallas ganadas. Yo lo que quiero son sentimientos de los de verdad, de esos en los que darías hasta lo que más aprecias por los que quieres de verdad. ¿Y cómo podemos ponerle precio a todo eso? Cuando el dinero se enreda de por medio todo se vuelve quimera. Algo tan sucio como el dinero, pasado de mano en mano perdiendo su valor. La política se vuelve dinero, los trabajos dejan de ser vocación para ser dinero, la privacidad tiene precio, algunas relaciones nacen del dinero, las familias se rompen por dinero... Yo lo que quiero... Yo lo que quiero por encima de todo son personas. Sencillas como las nubes, despeinadas como el pueblo y canallas como la tormentas. Auténticas como pocas.
La palabra la deja Dani. Hay personas que adquieren un valor especial, y es que a pesar de todo nunca lograré ponerte precio. Se buscan más palabras, de las vuestras, de las que no tienen precio.

6 de noviembre de 2011

Running desde Nueva York

Waiting On A Sunny Day by Bruce Springsteen on GroovesharkOs dejo a mi querido Springsteen...


Mis zapatillas quieren retirarse, están cansadas de correr. Cansadas de huír. Cansadas de seguirme por medio mundo. Llegué a Nueva York con todas mis maletas, mi inseparable ordenador, una libreta en blanco y, unos mensajes de mis burbujas (mis importantes) que se volverían mantras en esos primeros días donde se hacía casi imposible ver el cielo. Y es que una sensación de las que más recuerdo en mis primeros días allí fue la de sentir que la cuidad te engullía y, que te volvías insignificante entre aquellos gigantes de hormigón. La recuerdo caminando por la 35 entre la 5ª y la 6ª, le contaba a alguien por teléfono que "aquí se vuelve difícil ver el cielo". Me faltaba algo: unas zapatillas para correr. Digamos que nunca han sido mi calzado, por eso adquieren un significado especial, no tengo otras, son las únicas. Son mis zapatillas de running. Con las que escapo, con las que corro en soledad, con las que me precipito para volver atrás, con las que me acelero para relajarme. Ellas fueron las elegidas. La carrera empezaba alrededor de la manzana. Se volvía algo así como un ritual donde tenía acceso al botón "reiniciar", era el momento de sentirse libre en un enjambre de hormigón. Luego me acompañarían a Dublín, París, Estocolmo y Frankfurt antes de volver, de nuevo a casa. Me sacaron a la vuelta del trabajo en días de sol, en las tardes de lluvia, en las mañanas de los domingos. Algunos días no sé quién sacaba a quién. Volvimos a Nueva York para volver a irnos. Lo nuestro siempre han sido idas con retorno,y alejarnos de nuevo. Ahora se han cansado. Busco sustitutas. Hay cosas que ajenas a todo nuestro mundo se llevan tantos momentos...

1 de noviembre de 2011

Los bloggers tienen la palabra: FAMILIA



y es que los tiempos están cambiando...
Hay palabras que nos rodean desde que se desarrolla el lenguaje y usamos a diario pero, si reflexionamos un poco sobre ellas nos adentramos en la más pura confusión. Una de esas palabras podría ser familia. Es complicado aclarar lo que es y no es familia, le siguen otras palabras de forma inherente. Unas nos las trae el inconsciente, otras las perspectivas ajenas. Llegan algunas como sociedad, matrimonio, sangre, apellido, filiación... al final, limitan el intento de reflexión. Hay familias monoparentales, familias numerosas, familias homoparentales, familias extensas, familias que se bifurcan para volver a encontrarse, familias... Hay tantas formas de familias como familias existen. Hoy y aquí, la familia en el sofá.



Una institución social basada en vínculos de afinidad o consaguinidad, podríamos reducirlo a eso. Y como social que es, su forma depende de la sociedad, la cultura o la época en la que vive. Debe evolucionar y adaptarse a ellas. Una familia india no es igual que una familia americana. Una familia de la época medieval no se parece en nada a una actual, o quizás algunas sí. ¿Pero acaso nuestra familia es parecida a la del vecino? El unirnos en matrimonio no nos hace pareja, igual que el tener un hijo no nos hace padres. Necesitamos algo más, quizás sea el amor. Parece que al final es lo que nos une. La familia es de dónde venimos, dónde comienza nuestra historia. Y repito, dónde comienza nuestra historia, luego podremos llevarla a donde queramos, hacerla y deshacerla, caminarla por donde decidamos, y en todo ese proceso tal vez formemos otra familia. Tal vez seamos parte, activa o pasiva, de otra familia distinta. Mezcla y más mezcla, eso somos. Volvemos al árbol donde nos situaron al comienzo. Y entonces esta nueva, ¿cómo le llamaremos? ¿nuestra familia? ¿pero la "nuestra" no era la que conocimos cuando nacimos? Quizás es que la familia cambia a lo largo de la vida, se amplia, se deforma, se acorta, se expande. Incluso hay algunas que desaparecen, ellas y todos sus apellidos. Está mi familia, mi otra familia, la familia política, la familia amiga, la familia desaparecida... Todos saben quiénes son, estamos conectados, desde los pequeños hasta los más ancianos. Con algunos comparto sangre y apellidos, con otros ninguno de los dos, pero familia al fin y al cabo. Nos iremos y quedará nuestro legado, y siempre he creído que la mejor herencia que puede recibir un hijo sea un momento cuidado cada día. Porque hay algo que nadie ha podido escoger: la familia en la que ha nacido.
La palabra la deja Ojizarka, una de las primeras bloggers en añadirse a esta familia que poco a poco ha ido creciendo. ¿Y tu palabra? :)

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