Días en los que uno se despierta sin despertador, y sale a la calle sin reloj en la muñeca. Quizá hoy no importe saber en qué hora vivo, tan sólo dejar fluir y revolcarme en cada momento. Comprar fruta donde la frutera es más maja que las pesetas. Higos y sandía se vienen a casa conmigo y corroboro que están igual que la pinta que tienen: deliciosos. Pasear mientras el sol zigzaguea entre las nubes; tomar una tapa de tortilla en el bar del barrio ojeando una revista, de la que por supuesto he tomado notas sobre algunas cosillas para buscar más información. Hacerme con productos que harán que mis pestañas parezcan más largas, mis dientes estén más blancos y mi pelo más brillante. Hay que mimarse. Comenzar un libro. Charlar con algunos de los que más quiero, y planear el comienzo de Agosto con una fiesta, decidiendo los postres con los que nos deleitaremos todos los allí presentes. Uno de ellos será tarta de tres chocolates, tras el éxito de la del pasado sábado. Salir al jardín, encontrar que no hay nadie, aprovechar que el sol ha salido en todo su esplendor para nadar un rato, sentarse y sentir la brisa en la piel. Leer mientras me seco, dejar que caiga el libro y los párpados al mismo tiempo, bajo los últimos rayos de sol del día. Los lunes así, sí.
Y da igual si lunes, viernes, martes o domingo; mi favorito es el llamado "hoy" y depende de nosotros el saber transformar cualquier día en "nuestro" día. Todo el mundo necesita uno libre, para desconectar con el resto del mundo y conectar con uno mismo. Un día haciendo culto al hedonismo, de esos en los que uno solo debe preocuparse por si mismo, y como única obligación está la de seguir al deseo propio. Y nada más.
Feliz semana :)