13 de diciembre de 2017

Hasta siempre, amable 2017

A este 2017 le quedan pocos telediarios. Exactamente cincuenta y siete. Y con el final, llega inevitablemente el balance. ¿Dónde han quedado todos aquellos deseos que pedimos mientras comíamos las uvas y sonaban las campanadas? ¿Los estamos viviendo como realidades o se han quedado en el olvido? ¿Estamos a punto de conseguirlos o, hemos cambiado de opinión y los hemos abandonado incluso antes incluso intentarlo? 



Cuando un año termina uno se queda con un sentimiento global; como una etiqueta que acumula las vivencias, los logros, las derrotas, las noches sin dormir, las llegadas a la meta y todas las veces en las que el corazón se hizo más grande que uno mismo. No sería justo etiquetar todo un año por un mes o por un día. Sin embargo, hay veces que en un día ocurre todo un año; y todo lo demás parece desaparecer, aquello se vuelve el núcleo de ese año, como una estrella en torno a la que giraremos una y otra vez. Lástima que en ocasiones la estrella se apaga y nosotros seguimos girando alrededor de ella. Quizás en un intento de volver a encenderla; quizás sin querer entender que ya no brilla y que nosotros nos apagamos también. 


¿Cómo ha sido para ti este 2017? Para mi ha sido amable. No puedo ponerle otra palabra. AMABLE. Cuando el 2016 (un año agitado, extravagante e intenso) estaba a punto de terminar, mi cuerpo y sobretodo mi mente pedían calma. Ese fue mi deseo, mi anhelo para éste que ahora está a punto de partir. Y así ha sido, y así espero que termine. Siendo tan amable como lo he conocido, vivido y saboreado. Amable como el mar en calma, con la brisa justa y con el sol que calienta pero no sofoca. Amable como el café por las mañanas aunque no vayas a beberlo. Amable como las sábanas limpias, como la primavera estallando en pleno Marzo. Amable como las ciudades que te acogen para darte sólo mimos y recomponerte los pedazos; como el verano que se enciende y no quiere dejar de arder. Amable como una navidad que no se apaga. Amable como la sonrisa de mamá, como las manos de los más pequeños, como la luz de las velas tintineando. Ha sido un año de zen y feng. Un año de viajes, de ciudades nuevas y también de viejas conocidas a las que volver siempre. Un año de playa, de mar, de sol y de descubrirles a los que desconfiaban que la naturaleza cura y el mar renueva. Los años de esta forma te lo ponen tan fácil que es difícil buscarles el pero, el punto flaco, e incluso es difícil dejarlos ir, como si uno no quisiese que la canción de cuna terminase. Te vas, pero dejas tanto y tan bueno, que da igual. Yo no seré nunca sin ti y tú has conocido mi mejor cara, y te lo digo yo que me las conozco todas. 


¿Cómo ha sido para ti el 2017? ¿Una palabra para definirlo?

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