27 de septiembre de 2009

Cárceles caseras

Hace días un documental sobre cárceles y me dejó pensando sola en el sofá. Eran cárceles en EEUU, en ellas había una celda prototípica que se suponía igual a todas las demás, con los enseres que reciben los presos al llegar, pero los reos aseguran no haber visto la mayoría de esas cosas durante su estancia allí. Qué sensación tan horrorosa perder la libertad, perder esos momentos en el hogar, ver a los que quieres cuando lo deseas... Pero por ello es un castigo, no?? No me refiero a una de esas cárceles donde los presos sólo se muestran molestos los primeros días. Me refiero a una cárcel como la del documental, un lugar gris, frío, hormigonado, con el eco en los pasillos lleno de ese silencio en el que ya no caben más suspiros. Con gritos de locura, de la locura que se gesta entre rejas pensando y pensando minuto tras minuto cómo poder cambiarlo todo. Y si la culpa te agarra de la mano el castigo es merecido pero, ¿¿¿y qué sucede cuando eres inocente???no dejaba de pensar en todos aquellos que permanecen allí sin haber hecho nada...La sensación de angustia y frustración tiene que ser agónica.
Luego hay otras cárceles, las cárceles que se visten de casitas de cuento de hadas. Las cárceles de colores, que no tienen rejas de hierro, ni hormigón, pero tienen igual que las otras los suspiros envueltos en silencio recorriendo los pasillos. Esas donde algunos saben y otros sospechan lo que allí se vive. Esas que no quisiera pisar jamás. Esas donde alguna noche antes de dormir piensas que lo mejor es despertar antes que el sol y escaparse con lo puesto. Esas donde se comparte celda con enemigo y vigilante. Esas donde se entra sin que ningún juez dicte sentencia. Esas cárceles caseras son las primeras que hay que ventilar de libertad.

1 comentario:

  1. Son las cárceles más corrosivas y más maquilladas. Son las cárceles que hay que derribar ya.

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Cuenta lo que quieras, recuerda que esto es "un sofá para hablar"...

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