Era hoy, como siempre

música aquí...

A veces hay que atreverse a parar el tiempo, para hacerlo nos necesitamos a nosotros enteros y entregados al objetivo. Una buena conversación, unas risas de esas que destensan todo, un tiempo y espacio con uno de esos con los que puedes ser tú mismo...

Encontrarte con alguien que te conoce bien hace que no sólo te encuentres con él o ella, sino que también puedas encontrarte contigo mismo. Si ya el lugar entraña tantas y tantas claves de tu vida, entonces el cóctel es casi perfecto para poder transportarte a otra época ya vivida. Viendo el pasado por la mirilla y comprobando que no hubo océano tan ancho como para poder distanciar ciertas personas, ciertas costumbres. Las personas y nuestros códigos, nos encontramos como siempre: como si anteayer nos hubiésemos visto; nos saludamos como siempre y nos despedimos como siempre:como si mañana fuésemos a vernos de nuevo. Y es que realmente es como si nos viésemos ayer, el hilo estaba por ahí como el de un yoyó, engarzado al dedo que señala, y por muy lejos que vaya siempre encuentra el camino de regreso. El corazón siempre encuentra el camino de vuelta, siempre sabe a donde debe ir.

¿Querrías comprar el tiempo? ¿cambiar el pasado? la pregunta sería ¿cuánto valdría ese tiempo de afecto y confianza desinteresadas? Si moviésemos piezas del pasado el ahora no sería como es. Si el presente es así también es porque el pasado fue como fue. Los tiempos pasados deben de valernos para aprender nunca para añorar por añorar. El encuentro refresca, no tiene que ser instrumento para quedarnos varados en el pretérito. Imposible no reflexionar sobre la amistad, sobre los humanos y nuestras relaciones, sobre como necesitamos a algunos tanto como a nosotros mismos para seguir adelante. Luego vuelvo a casa, completo el día. Siento que vuelvo a empezar. Intenté parar el tiempo y ahora el mundo gira de nuevo, pero con otro brío.