Momentos por los que vale la pena todo y personas que se merecen todo, todo, y más. En medio de las nubes negras estas son las cosas que hacen que la vida sea una auténtica fiesta en el que todos tenemos una tarea pendiente: vivirla. En el amplio sentido de la palabra.
Un lugar en Santiago de Compostela, por si os queda cerca, por si vivís por allí o por si pensáis en hacer el camino. Tosta e Tostiña, Av. de La Coruña nº3. Un lugar donde tomarte un trozo de tarta de zanahoria y una infusión en extraordinaria compañía: una gran amiga que hacía tiempo que no veía. Tienen el sillón que yo pensaba comprarme para mi salón en color gris; el lugar es acogedor, emulando una casita, el olor del horno lo invade todo mientras hacen allí mismo los pasteles, y por supuesto el horno forma parte del mobiliario. Allí uno se siente en casa. Venga, entren todos "hasta la cocina"!
Os presento mis nuevas gafas. Tras varias visitas en busca y captura de las gafas que mi imaginación había creado, por fin han sido encontradas. Estaban allí al lado del trabajo, en la óptica de la esquina mientras hablaba por teléfono las vi y me dije: "son estas". Y sí, eran esas, así que sin más demora se han venido conmigo. A veces, las cosas están mucho más cerca de lo que nosotros creemos, tan sólo hay que saber verlas. Y eso no siempre es fácil. A veces es necesario que aparezca alguien que sepa leerte entre líneas, que entienda cómo respiras y cómo sientes para que con sólo unas palabras pueda desmontarte todos los miedos y colocarte las ilusiones desordenadas. Uno se queda equilibrado, en paz, y con la idea de saber qué es lo importante y qué es lo secundario. Lo importante te está esperando, no lo difumines con todo lo secundario que se hace hueco de importante sin serlo. El trabajo sólo es trabajo, el dinero sólo es dinero. Pero los que nos quieren de veras y con los que los sentimientos son recíprocos... Por esos y con esos movemos el mundo.

Una comida con mamá para reiniciarse y reponer energías físicas y mentales. Dicen que los abrazos curan y lo creo firmemente, cuando son de veras, cuando son sanos, cuando traen afecto y se palpa en el aire. A mi, por ejemplo, los de mi madre me curan. Bueno, las mamás en general lo curan todo, así que igual el ejemplo no vale. Hablaba de la comida, y una comida necesita su postre, y el postre necesita su charla, su tiempo, su sobremesa. Sino no es ni comida, ni postre. Uno de esos postres es de queso y membrillo, y eso nos lleva directamente a las manzanas del patio de la abuela y unos membrillos que mamá convertirá en un delicioso dulce. No tengo duda alguna de que estará riquíiiiisimo, como todo lo hecho con cariño. Y mientras tanto, a abrazar de veras, a abrazar sin miedo.
Las mañanas libres entrando el sol de invierno por la ventana mientras uno deja el tiempo pasar, y se queda entre las sábanas y el edredón soñando despierto. Esto es un premio en toda regla. Momentos como este en los que disfrutas tanto que sabes que no hay imagen, ni video, ni audio que puedan condensar todas las sensaciones que suceden en ti. Y es ahí donde sólo queda una opción: disfrutar el momento. Ple-na-men-te.
El trabajo se lleva mejor con personas bonitas que traen unos deliciosos crepes hechos por su tía-abuela. Hacía tiempo y tiempo que no probaba unos tan espectaculares. Otros que seguro estaban hechos con cariño, señores, que esas cosas se notan de lejos.
Y mientras arrancamos la última semana de Noviembre me huele a navidad. Con el frío en la cara, con el sol que brilla y no calienta, con los decorados que tímidamente van apareciendo por las calles, las tiendas y las casas. Preparados para el alumbrado más espectacular: el de cada uno de vosotros deseando que estas navidades sean las mejores. Ahí empieza toda la fiesta.
Feliz semana, precios@s!!