Las cosas hablan de nosotros sin decir una palabra. Los regalos hablan de nosotros, de quién regala y quién recibe. De la imagen que tiene sobre nosotros y de lo que quiere trasmitir esa persona que hay detrás de cada cosa que llega a nosotros en forma de agasajo. Es por ello que traigo hasta aquí algunos de los regalos de mi último cumpleaños.
Jarras que se convierten en floreros improvisados. Adoro las flores, me dan una tremenda sensación de vida. ¿En nuestro adn también vienen encapsulados los gustos? Porque en este caso así lo parece. Mi gusto por las flores viene de muy, muy temprano. Y junta a ella un libro de Taschen, con buenas fotos y mejores informaciones de viajes cortos pero no por ello menos intensos. Fines de semana en ciento veinticinco ciudades europeas. Esto invita a salir volando. Saben que no pondré objeciones.
Un pintalabios de Chanel con un color coral, un tono rojo anaranjado que en la maison han decidido llamarle "la favorite". Uno de esos colores que también dan vida, como quién me lo ha regalado. Las mamás siempre saben dibujarte la sonrisa y aquí ha sido literal.
Las velas, otra de esas cosas que me encantan. Este gusto parece que también viene determinado en mi genética. Abuelas que encienden velas porque sí, sin pretextos de estampitas y sin necesidad de altares, tan sólo para crear ambiente con la luz y el olor. Vivan las abuelas modernas.
Una diadema y un collar. Raso negro y un nudo a modo pañuelo a la cabeza; inmenso y coral alrededor del cuello. Esto es como nuestros abrazos, no se precisan más explicaciones; estas chicas me conocen bien. Muy bien.
Sean felices :)