

fotos: propia/Vintage&Coffe
¿sí o no al vintage? ¿alguna tienda que queráis recomendar física/online?
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Esta imagen me habla de algo efímero para mi. Amsterdam y sus calles. Un lugar lleno de paz en el que parece pararse el tiempo, sin embargo, cuando te vas todo se vuelve tan efímero y fugaz. Siempre se muestra demasiado breve. Lo efímero nos abraza, intentamos quedarnos en él pero termina por escapar lentamente pasándonos por delante y nosotros inmóviles sin poder parar su rastro. La felicidad es efímera, tu tarta de queso se vuelve fugaz ante mi. Hay días efímeros y noches que duran siglos. Una sonrisa que sale de la chistera. Mis tulipanes que son tuyos, efímeros. Amores de un día y días de amor, puede que breves ambas formas. Viajes que vuelan. Dicen que hay instantes que duran toda una eternidad. Lo efímero a nuestro alcance, volviéndose eterno en un segundo.
Gracias a Rose por la palabra, déjanos la tuya...
Noticias así a cualquiera le despiertan una sonrisa entre el alivio y la nostalgia. Muchos pensarán que es algo superfluo el recuperar las fotografías perdidas, que hay cosas más importantes, evidentemente, el perder a un ser querido no es comparable. Contemplar restos de tu casa o tu pueblo entero bajo el lodo no es fácil de digerir, precisamente por eso gestos como este soplan un poco de aire fresco para seguir adelante. Me ha parecido un gesto tan bonito... de esos que hacen a las personas GRANDES.
Necesidad de quietud interior tras el mes de la explosión primaveral. Buuuuuuum!! una vez que estalla sólo queda reconstruír lo posible, derribar los restos del siniestro y, comenzar de nuevo con toda la calma posible. La calma siempre es una buena promesa. Izar las velas de nuevo con una atmósfera sin viento. La tranquilidad depende de cada uno, quizás por eso me ha costado tanto elegir una imagen. Importante la unión con el exterior, éste juega un gran papel a la hora de infundirnos ese estado de sosiego. Preparamos un rincón de calma, con música que infunda relajación, olor a lavanda y comenzamos ejercicios de yoga, mientras llega la frutración por no haber conseguido esa deseada tranquilidad.En pleno Manhattan envueltos en alcantarillas que echan humo, coches desenfrenados, luces chirriantes y, personas que corren aunque muchos no sepan a donde se dirigen, podemos encontrar nuestro momento de tranquilidad, y es que a veces sólo es cuestión de saber encontrarla. Pastillas que nos llevan a falsa tranquilidad, colchones anatómicos que prometen sueños de paz, almohadas que iradian energía positiva, sofás con masaje incluído. Todo para buscar la tranquilidad deseada que se escapa cada vez más. Luego está la voz de mamá, esas pestañas rizas que sólo yo veo de cerca, una tarde tirada en una hamaca que ha hecho hueco en su agenda conmigo y el sol. Está la música, esa que hago mía y utilizo en una u otra dirección, los martes en este sofá, psicoanálisis entre ella y la ventana, los paseos en bici, algunos relatos que no deseamos que tengan fin cuando no hemos llegado ni a la mitad. El deber hecho. Llegar y que la casa nos reciba acicalada con su mejor traje. Un jardín de Amsterdam me espera para dejar que su tranquilidad rebose en mi, pronto, pronto. Al final, la tranquilidad la podemos encontrar en cualquier lugar, con o sin ayuda, pero siempre comienza dentro de esta cabecita.
La palabra la propone Rose desde su blog. Seguimos esperando más palabras para que la distancia nunca llegue...