Ni la más pésima de las organizaciones podría conseguir enmudecer a 40.000 gargantas. Llegaron puntuales, aparecieron poco a poco en un escenario que dejaba para el final la aparición del más importante, mientras que un sonido cada vez más intenso nos iban adentrando en "A Rianxeira". La sorpresa abrió el espectáculo. Dieron tres horas de intenso delirio mientras anunciaba: "Nosotros traemos la música y vosotros ponéis el ruído", y ellos pusieron la música, las ganas y el ánimo, y con ellas llegaron los gritos, las lágrimas, las sonrisas y los aplausos que dejaron el silencio más sepulcral para decir todo eso que a veces no pueden contar las palabras. Y es que tras todas esas vibraciones positivas que desprendían Bruce y la E Street Band, al concluír el concierto nadie se atrevió a pedir una más, los aplausos se hicieron con ellos y luego...el silencio. Como en ese momento en el que dirías un "muy bien" pero este se no podría abarcar todo lo que realmente quieres expresar, y simplemente una mirada y un gesto son capaces de describirlo todo. Cuando la garganta se encoge de emoción y no puedes hablar, queda el silencio para hablar por ti.
Podría ser cualquier persona con la que te encontrarías en un bar nada lujoso tomando cerveza y...sin embargo es él, Bruce Sprigsteen, tan cercano y tan lejano a la vez, difícil de explicar y complejo de comprender. Es ese que sigue demostrando que 60 veranos no son nada. Es ese que se implica en su público. Es ese que su mayor pasatiempo sigue siendo hacer un buen directo. Es ese que ayer explicaba cantando que a veces lo más valioso no es lo que más dinero cuesta. Es ese que enseña a todos los que sueñan con fama y dinero que antes que todo eso está algo más importante: ser tú mismo y pasartelo bien. Es ese capaz de hacer vibrar a 40.000 gargantas al unísono de su voz y las cuerdas de su guitarra. Y de nuevo el silencio para decirle sólo te escuchamos a ti. y de nuevo el aplauso para decirle: no sabemos qué decirte pero esto que haces es algo más que música. Mientras la niebla de verano moldeaba el aire en el Monte do Gozo para explicar que Compostela tiene su ángel, y ayer también hubo un ángel en algún momento donde 40.000 espíritus de distintos colores y con distintas banderas, al menos durante tres horas permanecieron unidos por unas canciones del que sigue siendo el Boss.
Baby, we born to run... esa debería de ser la melodía de tu entierro...
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