Las cosas que curan

Hay que curarse, renovarse; vivir Abril como si no existiese Mayo. Y se me ocurren ciertas cosas que curan... ¿a ti?  

Un día de sol en medio de la lluvia. Un paseo descalzo por la arena. El sol de primavera y su beso en nuestra frente. Sentir que el tiempo fluye y nosotros con él, al mismo ritmo, sin ser del todo consciente. Aceptar y aceptarse. Hablar de lo que uno siente como si no le estuviesen escuchando, o mejor, como si le escuchasen atentamente sin ser juzgado. Confiar en que todo, todo y todo irá a mejor, siempre irá a mejor. El pensamiento es contagioso, ¿por qué no contagiarse entre buenas ideas? Queda terminantemente prohibida la tristeza repetitiva y sin fundamento; escapa de ella y de quién la difunde. Alguien alegre tiene el don de alegrar el ambiente al que llega. Hay que curarse y la alegría cura. 

La naturaleza cura. Leía el otro día que dentro de unos veinte años la mayoría de los niños no habrán visto una vaca de cerca. Y yo pienso, ¡¡¿cómo?!! No, no, no... Tienen que conocerlas, es necesario que las miren como pastan tan tranquilas, que les toquen su pelo, que observen cómo lamen al ternero nada más nacer, que sepan todo lo que aportan... Y que vean la pachorra que se gastan tiradas en el campo viendo el tiempo pasar. Así, si algún día alguien les compara (en tono despectivo) con una vaca, tan sólo pensarán que molan mucho, pero mucho, mucho. 

Disfrutemos de las flores y de todas esas cosas que nos hacen florecer, eso sí que es renovación de la buena.  

Y a ti, ¿qué te cura?