Julio terminó con una señal de stop que no obtuvo parada por parte de una conductora en un viejo Renault 5. Y yo, sin poder evitarlo, frené directamente con mi coche en todo su lateral. Nos ha dejado patas arriba, con papeleo y más papeleo, pero a salvo y con ganas de disfrutar de Agosto porque sólo hay uno al año, no podíamos permitirnos el lujo de desperdiciarlo, ni tener la indecencia de dejarlo plantado. Eso no nos ha frenado, hemos estado en la carretera, y estamos de vuelta con el mejor souvenir: los buenos recuerdos y la sonrisa puesta.


Se leía en una página de mi agenda:"La casualidad nos da siempre lo que jamás se nos hubiera ocurrido pedir", y me quedé pensando en si es la casualidad, en la que no creomucho, o la causalidad. Como sea que le llamen, sí es cierto que ocurren cosas que jamás se nos hubiese ocurrido pedir. La vida es una eterna sorpresa mientras intentas mantener el equilibrio para no caerte de la cuerda. Y así un día tras otro, sin saber qué nos deparará la siguiente hora. Como humanos nos encanta predecir, planear y suponer qué sucederá. Quizás queriendo poner a prueba nuestro control sobre todo lo que nos rodea; quizás queriendo echar un pulso al imposible de las predicciones, por la multitud de factores paralelos jugando a la vez sus diferentes partidas. Eso también es la vida, saber que no tenemos el control en prácticamente nada, que nada es nuestro, tan sólo tenemos su "uso" y disfrute por tiempo limitado. Como si de una carretera se tratase, podemos conducir por ella una y otra vez, parar, arrancar de nuevo, salirnos del camino marcado... Pero no es nuestra, un día la caminaron unos que ya no están, y después de nosotros vendrán otros. Así que estaría muy, pero que muy bien dejarles las carreteras en buen estado. Vamos a dejárselas como nos hubiese gustado encontrarlas. Entonces estaría perfecto.
Se leía en una página de mi agenda:"La casualidad nos da siempre lo que jamás se nos hubiera ocurrido pedir", y me quedé pensando en si es la casualidad, en la que no creo